miércoles, 8 de agosto de 2012

La Bailarina de la Muerte



Esta es una historia narrada, de una chica que se topa con la misma muerte y este viste con un traje de Ballet…
  Era un día como cualquier otro, una mañana normal, en la tarde el colegio, las fastidiosas clases y todo eso.... pero el día de hoy había una particularidad... era la "típica reunión anual de representantes", en la cual se hablaba de las irregularidades del colegio y de otro poco de cosas que ni al cabo interesan aquí, lo que si interesa fue lo que sucedió durante la dichosa reunión:
  En esa noche tranquila... los pocos alumnos de mi salón y yo quisimos jugar en el oscuro colegio a lo que nosotros llamábamos las escondidas, pues aunque los rumores que corrían en ese tiempo eran que en el colegio asustaban, como lo dicen en todos los colegios, por eso, la mayoría de mi salón y del colegio entero no se atrevió siquiera a venir al colegio de noche. Éramos unos 10 muchachos, y entre juego y juego, y como ningún representante llamaba se nos hizo muy de tarde, tanto como las 10 u 11 de la noche... en una de las jugadas, me tocó a mí contar... cuando terminé de hacerlo.... estaba sola, (donde se contaba era en un lugar cerca a nuestro salón, en el segundo piso, y sólo se permitía esconderse en el primero, total, el que le tocaba contar tenía que subir sólo al salón, contar y bajar de nuevo), mientras bajaba, escuché como una musiquita que provenía del baño de las mujeres... era como de piano, y me pareció ilógico que a tan altas horas de la noche, alguien estuviera tocando algo, ni siquiera piano, es que... ¡en el colegio no hay ninguno!... entonces se me ocurrió que era alguno de mis amigos que me quería hacer una broma y quise ir a asustarlos... sin saber que la asustada iba a ser yo... caminé despacio hacia el baño, y cuando abrí la puerta principal, una sombra se movió hacia el baño más próximo, yo enseguida dije, pensando como si fuera algún amigo mío:
Ajá y me asustaste...!!!
  Luego, la dichosa musiquita se detuvo y la sombra apareció al final del pasillo...:
Era totalmente HORRENDA, sin decirles mentiras, era una especie de sombra en relieve, parecía que realmente alguien estuviera parado en ese sitio, era una mujer, eso sí, pero estaba llena de sangre por todos lados, como si se estuviera desangrando, tenía una vestimenta como de bailarina de ballet, su tutú era blanco, pero la sangre corría sobre él y lo mojaba todo, su cara estaba toda desfigurada, tenía los ojos en blanco, tenía una sonrisa, si así se le puede decir, toda espantosa, tenía el cuello cortado, no tenía cabello, tenía como un cuchillo en la mano y de pronto lo alzó y se me fue acercando poco a poco, iba como flotando hacia mí, yo totalmente paralizada, no me contuve más y grité con todas mis fuerzas:
¡Auxilio! ¡Muchachos...Ayúdeme...! ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!
Y todo quedó en blanco.....
Cuando desperté estaba en la enfermería con mis padres y todos mis amigos...
Jeys... ¿Qué te pasó? ¿Por qué gritaste de ese modo?

  Me explicaron que me habían encontrado en el baño, desmayada, con la ropa desgarrada... que me habían intentado cortar los brazos como si fueran a quitármelos... pero lo que más raro me pareció fue que cuando salíamos de la enfermería... en la pared que da acceso al baño de mujeres estaba escrito con una sustancia que parecía sangre:
  "Te salvaste porque gritaste antes... porque si no... hubieras terminado descuartizada sin piedad ni compasión"
  Yo les conté a ellos lo que me pasó... y regresamos al auditorio... y en menos de 10 minutos mis compañeros y yo les contamos a todos los presentes y el director decidió investigar... como no consiguió nada lo dejó en el olvido... pero mis compañeros y yo no lo hicimos y empezamos por tratar de quitar la mancha del letrero que dejó "la bailarina de la muerte", como comenzamos a llamarla, pero no quitó con nada por más de que lo intentamos, entonces decidimos derrumbar la pared, y encontramos lo que parecía un cuerpo humano con restos de un traje de baile.. o de ballet, podría ser, y cuando se reconstruyó la pared, algunos meses después, apareció escrito el siguiente mensaje:
  "Ahora ustedes desataron mi maldición, a partir de hoy, cada año, morirá alguno de ustedes 9 y la última será la que no pude matar, pero de esta no se salvará"
  Esto sucedió el 3 de octubre de 1999, hace casi exactamente 10 años, y cada año precisamente en ese día han muerto todos mis compañeros... ahora sólo quedo yo y veremos si quedo para contárselo a mis hijos y nietos....en el colegio todo sigue normal pero por lo que pienso, la "bailarina de la muerte" como ya se sabe en el colegio que se llama así, no quedará solo conmigo y tratará de cobrar otra vida, espero que ella se salve , así como lo espero yo, pero por lo que veo, mis esperanzas no son tantas...


La Muñeca Enterrada


  Dos amigos encuentran enterrada en el bosque una extraña muñeca tuerta que parece haberse convertida en la casa de cientos de gusanos y bichos. Un escalofrío les recorrerá la espalda al desenterrarla, nunca debieron haberlo hecho…

  Pedro era casi como un hermano para Juan ya que ambos se conocían desde hace algunos años y eran inseparables. Los dos iban al mismo instituto, estaban en la misma clase y, casi siempre que organizaban trabajos en grupo se juntaban.

  Un día la maestra de Ciencias Naturales mandó una tarea bastante rara aunque ciertamente entretenida: los alumnos debían traer muestras de distintos tipos de tierra según el nivel de profundidad, guardando en bolsitas un puñado de tierra cada cinco centímetros que horadaran en ella. Como de costumbre, Juan y Pedro se juntaron para trabajar, aunque en realidad aquello de “trabajar” era un pretexto, una excusa perfecta para que ambos consigan el permiso de sus padres para ir al bosque de las afueras de la ciudad.

  Una vez allí decidieron que no deberían adentrarse demasiado ya que correrían el peligro de perderse, no sería la primera vez que algún excursionista poco experimentado se desorientaba en él (en algunos casos con funestos resultados). Marcaron con una tiza todos los árboles por los que pasaban para no confundir el camino de vuelta y empezaron a adentrarse un poco más de lo pactado en las profundidades de la imponente masa de árboles. Llegado a un punto un extraño claro les llamó la atención.

  – Este sitio es perfecto para escavar, aquí seguro que no nos molestan las raíces de los árboles y además esas piedras parecen “cómodas” y podemos sentarnos a comer un bocadillo- dijo Juan.

  – El bocadillo me lo comeré yo mientras escavas, porque desde luego yo no me pienso ensuciar la camiseta nueva” – bromeó Pedro poniendo voz de niña consentida.

  – Hagamos una cosa, nos comemos el bocadillo ahora y con el estómago lleno nos lo jugamos a cara o cruz” – dijo Juan que tenía hambre desde hacía casi una hora.

  Tras quince o veinte minutos de risas y bromas, acabaron su almuerzo y Juan sacó una moneda.

  – El que pierda empieza, estamos cinco minutos cada uno y continúa el otro. Que por la “bruja de ciencias” no me pienso partir la espalda. Tampoco vamos a enterrar a nadie, así que 50 centímetros de profundidad como mucho.

  – Vale, prepárate a perder – dijo Pedro mientras sacaba de su mochila las herramientas de jardinería que le había pedido prestadas a su padre.

  Juan perdió el lanzamiento y un poco desganado empezó a buscar por todas partes para elegir donde comenzar a cavar. Vio de pronto un montón de hongos rojos con puntos blancos, todos   creciendo juntos en el mismo lugar. Aquello suscitó en él un entusiasmo infantil que le hizo correr a cavar en el lugar como si las setas le indicasen con su presencia la posibilidad de encontrar algo extraño bajo tierra.

  – Le voy a guardar unas pocas setas a la bruja, con un poco de suerte serán venenosas jajaja – dijo mientras metía en una de las pequeñas bolsas una muestra de tierra de la superficie.

  Al tocar la tierra con sus manos sintió un escalofrío por todo el cuerpo, de pronto comenzó a tener miedo y se levantó de golpe.

  – ¡Tengo frío, aquí hace más frío que en todo el bosque! – le gritó a Pedro.

  – ¡Jajaja!, ay sí, ay sí, estás encima de un lugar maldito o hay un fantasma justo donde estás cavando – le dijo Pedro ridiculizando a su amigo.

  Juan por hacerse el valiente siguió cavando y juntando la tierra en bolsitas diferentes cada cinco centímetros de profundidad. Entretanto, Pedro exploraba el paisaje y jugaba al fútbol con una piedra.

  – ¡Mira! – gritó Juan cuando llevaba unos minutos cavando. Pedro fue corriendo a ver lo que Juan le mostraba con tanta exaltación, una muñeca pelirroja de unos treinta centímetros. Al mirarla sintió que un escalofrío le recorría la médula y que el asco se anudaba en su cuello como una larga escolopendra llena de punzantes y grotescas patas.

  – ¡Aaaaaggh suelta eso! – exclamó Pedro con una mezcla de terror y asco mientras se apartaba de aquella repulsiva muñeca tuerta que Juan sostenía en su mano.

  Juan que parecía confundido miró de nuevo a la muñeca y la soltó horrorizado al ver lo mismo que Pedro: gusanos, enormes gusanos blancos. Se contorsionaban dentro de la cabeza de goma de la muñeca, se agitaban como poseídos y comenzaron a sacar sus pequeñas cabezas por la cavidad en que alguna vez estuvo el ojo faltante de esa muñeca pelirroja cubierta por una ropa que misteriosamente conservaba su blancura casi intacta…

  – Pero si cuando la desenterré estaba bien, era preciosa y parecía sonreírme.

  El único ojo que le quedaba a la muñeca era inquietante: grande pero con la parte blanca pintada de negro y con un iris pequeño e intensamente rojo en el cual había una diminuta y demoníaca pupila.

  ¿Qué clase de enfermo mental habría escondido una muñeca tuerta bajo tierra? ¿Por qué los gusanos se aglomeraban en la cabeza de la muñeca? ¿Sería verdad lo del frío que mencionó Juan?

  Ambos chicos, realmente asustados, salieron corriendo del lugar, sintiendo como la mirada del único ojo de esa muñeca se les clavaba en la espalda. Únicamente pararon un par de veces, veces en las que Juan se detuvo a vomitar, cosa normal si pensamos que tuvo en sus manos cientos de gusanos sin darse cuenta. Pero al llegar a casa a Juan parecía que no le abandonaban las nauseas, seguía vomitando y su cara tornó a un tono amarillento pálido.

  Los dos amigos pensaron que se recuperaría en una par de horas, pero no fue así, con el paso de los días cada vez estaba más delgado, pálido y débil. Tenía el aspecto de uno de esos enfermos terminales que llevan años luchando contra la muerte en una habitación de hospital y los médicos no acertaban a diagnosticar una causa para su enfermedad. Una semana después de desenterrar la muñeca Juan murió.

  Desconsolado por la muerte de su amigo, Pedro empezó a relacionarse cada vez menos con los demás y a pasar los recreos en la biblioteca del colegio, en su casa devoraba libros ávidamente y los fines de semana visitaba librerías. Los libros eran sus nuevos amigos, y su refugio. Buscaba explicaciones médicas y poder entender que le pasó a su amigo, pero los síntomas que sufrió Juan eran tantos que parecía que había contraído varias enfermedades mortales simultáneamente.

  Un día, en una extraña librería, Pedro encontró dentro de la sección de Esoterismo un libro sobre ritos y leyendas. Era un libro viejo y usado, un libro de esos que ya casi no se encuentran y que tienen extraños dibujos entre sus páginas cubiertas de polvo. Allí decía lo siguiente junto al dibujo de una muñeca igual (excepto por que no estaba tuerta) a la que encontró su amigo:

‹‹El que tenga un mal incurable, que entierre una muñeca igual a ésta mientras entona esta invocación. Su enfermedad quedará atrapada en la muñeca. Pero el primero que la encontrase recibirá la enfermedad y morirá salvo que realice este mismo ritual››

  Todo estaba claro: los gusanos, los hongos, el frío, todos eran indicios de que la muñeca que encontraron en el bosque era una muñeca maldita. Una muñeca en la que por medio de algún pacto o brujería alguien había desatado una maldición que condenaría a enfermar a aquel que la encontrara mientras él curaba su cuerpo y sentenciaba su alma.

  En algunas creencias del vudú el uso de muñecos que simbolizan personas es habitual, estos “fetiches” pueden tanto usarse para hacer daño como para controlar a sus víctimas. En sí el muñeco es la representación de una persona y sufre y padece todos sus males y por contrapartida todo daño o mal hecho al muñeco lo sufre la persona ligada. Esta leyenda probablemente naciera como la adaptación de estas prácticas de magia negra.